Esto sucedió hace mucho mucho tiempo, era el año 2005, fecha
en la que salió a la venta el Resident Evil 4, por ese entonces recuerdo que me
compre la Gamecube explícitamente por jugar a ese juego y al Metal Gear Solid :
Twin Snakes, son los 2 únicos juegos que me compré para esta videoconsola, yo
en esta época, era un friki magnánimo, y mi mente y cuerpo se dedicaban
plenamente a los videojuegos y el frikismo… (Buenos tiempos eran)
Tal era la excitación que tenía por la salida del Resident
Evil 4, que luego al jugarlo me decepcionó un poco, el 2 y el 3 fueron los
mejores Resident´s que existieron para mi, y el cuarto, supuso un cambio
drástico que marcaría el resto de los Resident Evil, se habían convertido en un
juego de acción en vez de Survival Horror.
Mi mente, ante tal bajón decidió soñar un día, y solo un día
una historia alternativa y alejada de toda lógica relacionada con RE:4.
No es un sueño que tenga archivado, escrito o guardado en un
archivo .doc, pero lo recuerdo como si lo hubiese soñado ayer….Quizá mi mente a
partir de ahí aprendió a separarse en varias partes y una de ellas aún
permanece en aquel lugar soñado por unos cuantos….
Un día cualquiera de una semana cualquiera de un mes
cualquiera, me acosté en mi cama de 90cm; el sueño vino a visitarme pronto, con
ansias, deseando llevarme a su terreno lo más rápido posible para que yo
permaneciese lo máximo posible en su estancia, alejándome de la rutina a la que
están sometidos los humanos normales incapaces de ver un poquito más allá de lo
que tienen enfrente.
Los párpados se cerraron, lentos, pesados y una sensación
placentera me recorrió cada parte de mi cerebro, entrando en un estado de
satisfacción difícil de alcanzar por otros medios.
Al abrir los ojos me
encontraba en un camino, ya era ajeno al mundo normal, me encontraba en un
bosque, con tonos anaranjados y marrones propios de un mes de otoño, los rayos
del sol se colaban entre las ramas de los grandes árboles, clavándose en el
suelo con un tono rojizo que delataba sus ganas de ocultarse un día más. La
visión era preciosa, me hubiese quedado observándola si no hubiese escuchado un
gemido detrás de mí, me giré rápidamente y me encontré a dos amigos, eran Raul
y Jose. Estaba despertando al igual que
yo, tras hablar un rato no supimos como aparecimos allí.
A nuestras espaldas había una pared de unos 5 metros de
altura, era como la pared de un barranco, escarpada y resbaladiza, por lo que
ir en esa dirección obviamente era inviable.
Así que avanzamos por el camino del bosque, a algún lugar
tendría que llegar. Para cuando emprendimos la marcha, los rayos antes fuertes
y firmes del sol, ahora débilmente se dejaban ver, y el cielo se oscurecía poco
a poco. Teníamos que avanzar rápido, pues la noche no sabríamos que peligros
podría depararnos.
Desde varios lugares del bosque, llegaban ruidos, sonidos
prolongados, como si alguien arrastrase los pies entre las hojas caídas de los árboles,
y unos débiles pero constantes jadeos que cada vez sonaban más cerca.
Aceleramos un poco el paso, más por el miedo que otra cosa, íbamos
en silencio, preferíamos prestarle más atención
a los sonidos que se nos acercaban que a nuestras conversaciones por una vez.
Fue en un giro del camino cuando vimos al primero, un zombi
atrapado entre unas zarzas, que al vernos se empezó a retorcer como poseído y
vimos como las zarzas iban desgarrándole girones de piel de las piernas y los
brazos, su cara presentaba claros signos
de putrefacción, y le faltaba el pómulo del lado izquierdo, dejando a la vista
un brillante hueso blanco rodeado de sangre negra y muerta.
Empezamos a correr, pues el zombi no tardaría mucho en
librarse de aquellos matorrales, y más si dependía de comer nuestra carne
fresca y suculenta.
Al cabo de unos 2 kilómetros encontramos una caseta en el
borde del camino, era pequeña y entre los 3 ocupábamos casi todo el espacio útil
del interior.
Había una nevera en
la que solo había 1 botella de agua y unas barritas energéticas que no tenían muy
buena pinta.
En la puerta colgaba la chaqueta de algún Sheriff, y había un
armario de armas que nos vino realmente bien. Cogimos un rifle, una escopeta y
un revolver del 48, por suerte había cajas de munición para un ejército, pero
no teníamos donde llevarla, así que cargamos las armas y nuestros bolsillos de
balas.
Después de hablar de lo ocurrido a ninguno nos sorprendía lo
más mínimo, nos parecía hasta normal la situación.
Una congregación de zombis nos esperaba fuera de la cabaña,
golpeando la puerta y las paredes, guiados solo por nuestro olor, carentes de
inteligencia golpeaban la pared como si la fuesen a atravesar mágicamente.
Rompimos una ventana y empezamos a dispararles a todos en la
cabeza, no resultó fácil, pues el retroceso de las armas no era algo que supiéramos
prever y nuestra puntería dejaba mucho que desear, aun así limpiamos la zona,
volvimos a coger munición y seguimos por el camino.
Avanzábamos lentos y precavidos, ya era plena noche y las
nubes que se habían formado en el cielo no dejaban que la luna iluminase
nuestro camino, por lo que tropezar con ramas y piedras se convirtió en una
rutina.
A los 20 minutos de abandonar la caseta nos encontramos una
linterna en el suelo encendida, había casquillos usados a su alrededor pero no
había nadie cerca, la cogimos y alumbramos al frente, se veía un reguero de
sangre que acaba en el cuerpo de una persona tirada en el suelo mientras dos
zombis se daban un festín en su honor.
Los matamos a los dos,
nos acercamos al cuerpo y las náuseas invadieron nuestras gargantas
provocando que vomitásemos los tres. Era realmente espantoso, uno de los zombis
se había dado un atracón de intestinos, por lo que sus tripas estaban
esparcidas por el suelo, y el olor era asqueroso, el otro se había comido la
cara de aquel tipo y no quedaba nada reconocible…
Dedujimos que era el Sheriff, pues llevaba una camisa de
uniforme, botas militarles y un cinturón para el arma, y un cuchillo del que
Jose no dudo en agenciarse.
Tras recuperarnos seguimos nuestro destino, esta vez a un
paso más rápido y seguro que antes, la
linterna nos vino muy bien.
Tras unos pocos metros, observamos a lo lejos la entrada del
pueblo, como estábamos en una posición elevada podíamos ver la disposición de
las casas y la extensión de terreno que ocupaba, era pequeño, apenas una aldea,
la entrada al pueblo estaba formada por dos grandes casas alargadas de dos
pisos que hacían de pasillo hacía la plaza, al otro lado de la plaza había una
iglesia. A su derecha una calle con cuatro casas a cada lado terminaban en un
lateral de la montaña en el que había una pequeña fuente, a su izquierda había
como más calles, pero dudo mucho que la población superase las 80 personas. Había
una granja y varias extensiones de cultivos en la lejanía.
Con precaución nos acercamos a la entrada del pueblo, estaba
extrañamente silencioso, pero debía haber alguien, las hogueras no se encienden
solas.
Al avanzar más, vimos a unas personas, me iba a adelantar
para saludarles y que nos contasen que estaba pasando, pero Raul tiró de mi
hacía atrás ocultándome de nuevo en la oscuridad del bosque.
— ¡Mira bien coño!, esas no son personas normales. — Me
soltó un poco irritado.
Tenía razón, si te fijabas se veía que no eran muy
amigables, de su hombro colgaban unas ametralladoras que pareciese que hablasen
por ellos, estaban patrullando alrededor de la plaza, De las casas en forma de barracones
de los lados llegamos a oír un sollozo de un niño, uno de los guardias se
acercó u abrió la puerta de golpe, un señor salió corriendo empujando al
guardia que lo hizo caer de espaldas. El otro guardia preparo su arma y sin
dudar disparó atravesándole la rodilla y haciendo que su hueso se astillase y
asomase entre la piel.
El hombre sollozando de dolor en el suelo, fue arrastrado
hasta el centro de la plaza, a los pies de la hoguera, de pronto del otro
barracón salió un hombre inmenso, era grande, fuerte y su cara te inspiraba un
profundo temor que tu consciencia te decía que te alejases lo más posible de
aquel lugar.
Se acercó al hombre herido, y mirando al otro barracón
empezó a hablar:
— ¿Esto es lo que me ofrecéis a cambio de dejaros vivir? ¿LA
TRAICION? — grito tremendamente irritado.
Acto seguido elevó al hombre por el cuello y lo puso a la
altura de su cara.
Mirando al barracón donde intuimos que el resto del pueblo
estaba recluido, ejerció fuerza con su brazo, se tensaron sus músculos y unas
venas afloraron por su antebrazo, y en ese instante … vimos como el cuello del
aldeano reventó y su cuerpo cayó al suelo, inmóvil, y su cabeza permanecía en
las manos de aquella bestia, acto seguido, abrió la boca y masticó lentamente
la cabeza de aquel pobre hombre.
Sin decir nada, se dio la vuelta y se metió en el barracón…
Estábamos jodidos.
Continuará....
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