Bueno, pido perdón por tardar tanto en escribir, pero es que se me acumulan muchas cosas coño, y no tengo tiempo casi ni de cagar.
Tengo otro sueño para escribir, lo tengo a medias,espero tenerlo para el sábado o el domingo.
Aquí os traigo el resto de este que no se porque llame La Forma, y me ha parecido un poco aburrido una vez escrito,pero bueno, no quería dejarlo sin poner.
Al llegar, a la plaza, la
gente estaba dispersa por varias zonas, y el ayuntamiento tenía las puertas
abiertas de par en par, me acerque y cuando estaba a punto de entrar un tipo
con gafas y que media casi dos metros se presenta como el alcalde, notaba algo
extraño pero sin darme tiempo a hablar ni a reaccionar me arrebató el artefacto
cilíndrico y me empujó…Fue un golpe seco y fuerte que me hizo tropezar y caer
al suelo de espaldas.
En sus manos el
dispositivo se iluminó, y empezó a girar y a cambiar de forma, lo clavo en el
suelo y todo empezó a temblar, a mis espaldas se abrió una grieta en el suelo
por la que me precipité, aunque me quedé enganchado al borde de la misma, al
escalar, observé al alcalde riendo sin parar, el cilindro estaba acoplado en el
suelo y se oía la acumulación de energía en su interior, de repente un rayo
salió disparado al cielo, y al entrar en contacto con la atmosfera una
explosión cubrió el cielo de una materia anaranjada que empezaba a caer sobre
nosotros, me resbalé por el terraplén que se había formado a mi espalda,
observé una abertura en la base de la grieta y me metí por ella poniéndome a
salvo de la sustancia naranja, seguí por el túnel subterráneo encontrando
alguna salida, llegue a una especie de pared de arena que se la veía débil, con
escarbar un poco con mis manos, se abrió una abertura en un alcantarilla,
avance por la alcantarilla y encontré una escalera, subí por ella y me costó un
par de minutos mover la alcantarilla,
era muy pesada, al salir vi que me encontraba al otro lado de la plaza.
La gente estaba toda en el
suelo, inmóvil, pero sus cuerpos respiraban muy rápido, el primero en
levantarse fue el alcalde, pero hay algo diferente, su cuerpo empieza a crecer
todavía más de lo que ya era, su piel estaba tornándose verde oscuro y unas
escamas duras le salían de debajo de la piel, era una especie de cocodrilo
bípedo, empezó a olfatear y su mirada se encontró con la mía… se sorprendió al
verme que no estaba como los demás, pero tampoco le dio mucha importancia, me dijo
que no me quedaba mucho de vida y que aprovechase mientras pudiera, se dio la vuelta y se fue lentamente, le seguí
con la mirada hasta que el gemido de una de las personas que tenía cerca me hizo
dejar de mirarle, y al volver la vista hacía el ya no estaba. Al cabo de unos
segundos todas las personas empezaron a levantarse, y avanzar en la misma
dirección que el cocodrilo, eran un montón, pero ya no eran personas, tenían la
vista perdida y avanzan como simples recipientes, sin emociones ni pensamiento
; pasó en dirección contraria entre ellos al avanzar un poco por el pueblo me
encuentro con un grupo de adolescentes, un anciano y otro de mediana edad,
estaban buscando refugio, un lugar que los retuviese, ya que se resistían al
igual que yo a estar en la calle…
Entramos en una tienda,
una tienda de esas típicas estadounidenses en las que encuentras desde unos
yogures hasta aceite para la motosierra, los chicos estaban recogiendo comida y
suministros cuando de repente escuchamos un ruido que provenía de algún lugar
en la trastienda. Me acerqué y al entrar en el almacén, vi entre una de las estanterías
a una vieja conocida mía, no sé porque se encontraba allí, pero tampoco se lo
pregunte, al volver a la tienda y presentarla observe que estaba anocheciendo,
y tras una breve votación con una mayoría de siete a uno, decidimos quedarnos a
pasar la noche.
Habíamos conseguido unos
sacos de dormir y nos distribuimos entre el almacén y la tienda, la cual
atrancamos sus puertas, yo compartí saco con la chica que conocía, y mantuvimos
el calor durante casi toda la noche y parte de la madrugada; Apenas habríamos
dormido unas 3 horas cuando los demás nos despertaron entre gritos y
maldiciones, pues el chico de mediana edad, se había llevado nuestras mochilas
y algunas cosas de utilidad, no servía de nada ir tras el, no sabíamos cuánto
hacía que se había ido y seguirle iba a ser difícil. Así que volvimos a coger
lo que pudimos y nos fuimos de la tienda.
Al salir y avanzar por una
calle estrecha, sentimos una presencia que nos sobrecogía el corazón, avanzamos
lentamente y vimos al “alcalde” al frente de un ejército de humanos
perfectamente colocados como si de soldados se tratasen, les dije que se dieran
la vuelta despacio, pero uno de los chicos tropezó y cayó al suelo, atrayendo
la atención del Alcalde-cocodrile y todos sus súbditos giraron la cabeza al unísono
en nuestra dirección. El alcalde balbuceó algo ininteligible y 4 de sus
soldados empezaron a avanzar hacia nosotros.
¡¡Correr!! Grité nervioso,
ayudamos a levantarse al chico y corrimos en la dirección por la que habíamos venido,
giramos por un par de calles y ganamos algo de tiempo, sacamos un bate de
beisbol de una de las mochilas y un martillo de maza, esperamos a que nuestros
perseguidores apareciesen por el callejón y al pasar descargamos nuestras
fuerzas sobre sus cabezas abriéndoles sendos orificios por los que su materia
gris se empezó a derramar.
No habíamos hecho tanta
fuerza, yo al menos, pero su cráneo cedió muy fácilmente.
Decidimos que debíamos
escapar del pueblo, por lo que sugerí que fuésemos a mi coche para irnos de allí.
El anciano dijo que se quedaría en su casa, no tenía fuerzas para aventuras y además
quería ir a ver si encontraba a su mujer en casa, le deseamos suerte y nuestros
caminos se separaron.
Teníamos que apresurarnos,
pues no tardarían en darse cuenta de que sus hombres no regresaban, atravesamos
un parque, en el que vi a dos niños que me empezaron a llamar, me paré en seco,
tras unos segundos, los demás me dijeron espetaron que siguiese, que porque me
había detenido. ¿Acaso no es obvio? Pregunte, hay dos niños en esos columpios,
los demás se miraron entre sí, intentando decidir si estaba loco o atravesaba
una locura temporal.
Hablé con los niños y
decían que estaban allí por una razón, que se tenían que encontrar conmigo, les
dije que me acompañasen. Los demás atónitos no sabían que decir. Ellos no veían
a tales niños, y yo sabía que no estaba loco, así que tras insistir en que me
hiciesen caso les acerqué uno a uno, sus manos hacía los niños.
Cuando sus manos entraron
en contacto con algo en el aire, sus caras fueron todas iguales, asombro,
susto, incomprensión… por lo visto los niños eran invisibles, y los demás eran
ajenos a sus voces, pero yo por algún motivo aún desconocido por mí, podía
verlos y oírlos perfectamente.
Llegamos al coche y nos
acoplamos como pudimos, éramos 7 con los niños, yo y la chica nos pusimos
delante, pues éramos los más grandes, los chicos iban detrás, y los niños en el
maletero como pudimos meterlos.
Emprendimos viaje hacía el
centro de la ciudad, estábamos hablando sobre lo ocurrido, cuando de repente
unas sombras se cernieron sobre el cielo, pero no había nubes, paramos en la
cuneta y lo que vimos fue realmente asombroso, asombroso y aterrador, pues una
veintena de naves espaciales estaba descendiendo alrededor del pueblo que acabábamos
de abandonar… la invasión empezaba ahí, y lo más seguro es que yo la hubiese
desencadenado por llevar el maldito cilindro.
Aun había muchas preguntas
sin respuestas, como por ejemplo los niños invisibles a los ojos de los demás,
o porque había llevado ese cilindro a ese determinado pueblo, pero una cosa
tenía clara, esa invasión había ocurrido por mi culpa…y yo sería quien acabase
con ella.